16 de enero de 2014

Matador

–¿Qué querés ser cuando seas grande? -le preguntó su papá con el rostro escondido tras los titulares grises de La Nación.

–¡Viajero del tiempo! -respondió Manuel con la sonrisa amplia, arrodillado sobre la silla mientras comía el desayuno.

–Eso es imposible -riendo- los viajes en el tiempo no existen, sólo suceden en las películas de ciencia ficción -dejó el periódico a un lado y miró a su hijo con curiosidad-, tenés que pensar en algo real, posible.

–mmm…..¡Astronauta entonces! Así podría ver las estrellas, viajar a la luna y ver la tierra desde afuera -y los ojos le brillaban como dos pequeños soles.

–La carrera espacial terminó hace mucho tiempo, en la década del sesenta hace cincuenta años. En ese entonces tal vez valía la pena ser un astronauta, de cualquier modo es casi imposible lograrlo son muy pocos los que consiguen salir al exterior y para eso tenés que llegar a trabajar en la NASA y estamos en la otra punta del continente, no hay modo de que lo consigas -los ojos de Manuel lo miraban, pero el niño estaba en otro lugar, lejos-. Además esas exploraciones son muy costosas, los países ya no gastan dinero en eso, ahora hay que invertir en la explotación de petróleo y gas en los lugares más recónditos de la tierra -esperó un momento y al ver que su hijo no respondía volvió a preguntarle-. A ver vamos a empezar de nuevo ¿Qué otra cosa te gustaría ser?

–Bueno me gustaría escalar montañas y aprender a tocar el piano -ya no miraba su padre a los ojos, esperaba la desaprobación de las palabras.

–Eso no está mal, pero no son profesiones, trabajos reales con los que uno se gana la vida. Escalar o tocar el piano son hobbies, cosas que uno hace después del trabajo o los fines de semana para relajarse y eliminar la tensión de las horas de oficina. Eso sería para vos lo que para mí la pesca, ¿entendés?

–Pero vos nunca pescás -respondió el chico extrañado, a la espera de una explicación.

–A ver Manuel -dijo el padre tratando de disimular su impaciencia- pensá en cosas que te permitan comprarte una casa, un auto, vivir bien, así como vivimos nosotros. Profesiones como médico, contador, abogado, ingeniero, esas son las actividades que te permiten progresar económicamente. Entonces, ahora que parece que nos entendemos, decime que te gustaría ser.

–Quiero ser como vos -respondió el niño con total desinterés.

–¡Ah muy bien! Abogado entonces -y se estiró sonriente sobre la silla, había conseguido lo que quería.

–No, abogado no. Quiero ser matador de sueños como vos papá -apoyó la cuchara sobre el plato de cereales y se retiró de la mesa en silencio.



Victoria Montes

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