30 de enero de 2014

Bienes raíces

– ¿Qué hacés acá a estas horas? -preguntó ella sobresaltada al asomarse por la mirilla de bronce y verlo de pie frente a la puerta.

–Es que no podía dormir, no dejaba de pensar en vos, en nosotros, en lo que fuimos -respondió él mientras Mercedes abría la puerta, la besó en la mejilla y cruzó el umbral sin esperar invitación.

Ella comenzó a despejar su mente del sueño y a acostumbrar la vista a las luces que él no dejaba de encender de camino a la cocina. 

–Traje café ¡Tu preferido¡ -y alzó el paquete dorado para que ella lo viera.

–Manuel acabamos de divorciarnos no podés aparecerte así, son las cuatro de la mañana, tengo que ir a trabajar temprano. Por favor tenés que irte -le dijo mientras lo perseguía por los pasillos.

23 de enero de 2014

Declaración de guerra

Azul que nace de la tierra roja, se abre paso sobre la lluvia ácida que empapa la tierra y la lastima con cada gota, y ahí estamos nosotros con el rostro hacia el cielo esperando que el rayo caiga y nos fulmine de una vez porque estamos tan cansados de la lucha en vano, la que no empezamos porque tenemos por aprendido que vamos a perder, nos lo han dicho tantas veces que se ha enterrado la derrota en el alma, se plantó como una roca en el camino de todos la imposibilidad de lograr algo. Entonces nos unimos con los rostros ocres llenos de óxido y la empujamos, la empujamos tan lejos que no tiene más que ceder y caer por el barranco donde el mar furioso la espera debajo para consumirla con todo aquello que ya no queremos tocar, y se va vida, se va la lluvia y el mar se traga al sol que cae, porque de vernos no quiere más que morir, esta asqueado de nuestras abejas oscuras que nos zumban dentro y sacan lo peor de nosotros. 

16 de enero de 2014

Matador

–¿Qué querés ser cuando seas grande? -le preguntó su papá con el rostro escondido tras los titulares grises de La Nación.

–¡Viajero del tiempo! -respondió Manuel con la sonrisa amplia, arrodillado sobre la silla mientras comía el desayuno.

–Eso es imposible -riendo- los viajes en el tiempo no existen, sólo suceden en las películas de ciencia ficción -dejó el periódico a un lado y miró a su hijo con curiosidad-, tenés que pensar en algo real, posible.

–mmm…..¡Astronauta entonces! Así podría ver las estrellas, viajar a la luna y ver la tierra desde afuera -y los ojos le brillaban como dos pequeños soles.

–La carrera espacial terminó hace mucho tiempo, en la década del sesenta hace cincuenta años. En ese entonces tal vez valía la pena ser un astronauta, de cualquier modo es casi imposible lograrlo son muy pocos los que consiguen salir al exterior y para eso tenés que llegar a trabajar en la NASA y estamos en la otra punta del continente, no hay modo de que lo consigas -los ojos de Manuel lo miraban, pero el niño estaba en otro lugar, lejos-. Además esas exploraciones son muy costosas, los países ya no gastan dinero en eso, ahora hay que invertir en la explotación de petróleo y gas en los lugares más recónditos de la tierra -esperó un momento y al ver que su hijo no respondía volvió a preguntarle-. A ver vamos a empezar de nuevo ¿Qué otra cosa te gustaría ser?

–Bueno me gustaría escalar montañas y aprender a tocar el piano -ya no miraba su padre a los ojos, esperaba la desaprobación de las palabras.

–Eso no está mal, pero no son profesiones, trabajos reales con los que uno se gana la vida. Escalar o tocar el piano son hobbies, cosas que uno hace después del trabajo o los fines de semana para relajarse y eliminar la tensión de las horas de oficina. Eso sería para vos lo que para mí la pesca, ¿entendés?

–Pero vos nunca pescás -respondió el chico extrañado, a la espera de una explicación.

–A ver Manuel -dijo el padre tratando de disimular su impaciencia- pensá en cosas que te permitan comprarte una casa, un auto, vivir bien, así como vivimos nosotros. Profesiones como médico, contador, abogado, ingeniero, esas son las actividades que te permiten progresar económicamente. Entonces, ahora que parece que nos entendemos, decime que te gustaría ser.

–Quiero ser como vos -respondió el niño con total desinterés.

–¡Ah muy bien! Abogado entonces -y se estiró sonriente sobre la silla, había conseguido lo que quería.

–No, abogado no. Quiero ser matador de sueños como vos papá -apoyó la cuchara sobre el plato de cereales y se retiró de la mesa en silencio.



Victoria Montes

9 de enero de 2014

La ola

Esta es la historia de Pablo que siendo un niño experimenta su primer acercamiento con una desquiciada dictadura militar carente de derechos. Pablo siendo un niño en medio de una democracia corrupta y enferma de poder. Esta es la historia de Pablo, la de ustedes, la mía, la del pueblo latinoamericano.



I

En algún lugar de Latinoamérica, tiempos de dictadura.


Hay algo raro con el Falcon verde aparcado en la esquina, creo que vigilan la casa de Manuel. Papá dice que su hijo anda en cosas raras, sale a la calle después del toque de queda y tiene mala junta. Sus padres son buena gente pero ese chico está perdido, se pasa los días agitando banderas mientras grita frente a la policía por el precio del boleto estudiantil. Eso opina papá de Joaquín, el hijo de Manuel. Mamá dice que lo que hace Joaquín está bien, pelea por lo justo, por lo que necesita; pero que en estos tiempos hay que tener cuidado porque uno no puede andar hablando libremente, pensando en ideas nuevas, distintas. La abuela Dolores dice que en época de dictadura mejor no meterse y obedecer, porque de esa manera a la gente buena como nosotros no nos pasa nada; después se hace la señal de la cruz y le pide a Dios que el orden se mantenga por muchos años más.

2 de enero de 2014

La vuelta

Porque suele ser
tu mejor huella,
la del regreso.
La que te encuentra
con los abrazos conocidos
y las sonrisas de tus hijos,
sentados en diciembre,
esperando en la vereda
que aparezcas en la esquina
con el rostro cansado
y los soles de otras tierras
mientras aprietan las manos
y se impacientan,
por verte llegar.

Porque el viaje es travesía,
y el camino
ansias de cambio.
Pero mejor volver,
y ver como las luces
se encienden a lo lejos
cuando la ruta 
te devuelve sobre tus pasos;
el sol
va durmiendo el camino
mientras la luna blanca
te da descanso,
y los amigos
que van marchando
te reciben 
con doble guiño,
cuando la última curva 
te pone
de cara a la ciudad.

Porque con el regreso
llegan las historias 
que con tu voz 
adornan el aire
y reviven personajes
de mundos distantes:
los que ven el atardecer
tras el volante,
los que con la tierra 
se ensucian las manos,
aquellos que acarrean
las bolsas en el mercado,
los estudiantes y las maestras
que preparan el mate
a cambio del aventón.

Porque hay que marcharse
para que el recuerdo se encienda
en la noche solitaria
y extrañes,
el olor del pan casero,
las corridas a la hora de la siesta,
las diez manos sobre la mesa,
la cama compartida,
y mirarse en unos ojos
que despiden el día
con un beso final.

Porque en los últimos kilómetros
la ruta se hace larga,
pero es sabido 
viajero
que no hay mejor final
que volver a casa.

Victoria Montes