se anudan,
en el alma vieja.
Vuelve la angustia,
el deseo de cambiar la piel.
Tan solo esperar
que las emociones
amainen,
y dejen de golpearme,
como rayos
en la tormenta.
Los colores
se van apagando,
sobre la noche,
que se hace eterna.
El amor
sigue pendiendo del hilo
que cruza tu boca,
la mía,
la de ella.